La Audiencia de Valladolid ha dictado sentencia condenatoria contra L.A.A.S., un hombre de origen paraguayo, imponiéndole una pena de nueve años y un día de cárcel por un delito de abuso sexual continuado cometido contra una niña de nueve años, amiga de su hija. Según la acusación, el condenado se introdujo en la habitación donde ambas menores dormían para tocar las partes íntimas de la víctima.
La sentencia se fundamenta en la declaración de la víctima realizada el 11 de enero de 2023 en el Juzgado Instructor, la cual fue reproducida y visionada durante el juicio oral como prueba preconstituida. La menor, aunque de manera desestructurada y acorde a su edad, describió con detalle los momentos previos, coetáneos y el contexto en el que ocurrieron los tocamientos libidinosos por parte de L.A.A.S.
Defensa y contradicciones
Durante el juicio, L.A.A.S. se declaró inocente y atribuyó la denuncia a una posible venganza de la madre de la niña, con quien alegó haber mantenido una relación sexual extramarital años atrás. «Yo creo que todo esto es por algo personal o por una cuestión económica», argumentó el condenado, quien insistió en que la ruptura de esa relación podría haber llevado a su examante a tratar de arruinarlo utilizando a su propia hija.
Aunque reconoció que la niña había pasado varias noches en su casa, negó haber aprovechado esas ocasiones para introducirse en la habitación y tocar a la víctima. «¡Eso no se hace, yo no he hecho esas cosas!», exclamó L.A.A.S., asegurando que nunca puso una mano encima a la menor.
Su versión fue desmentida con la proyección de un vídeo que contenía la declaración de la víctima ante las psicólogas judiciales. En él, la niña relató de manera «absolutamente creíble» lo que ocurrió durante las dos noches en las que el acusado se introdujo en la habitación para agredirla sexualmente. Las expertas subrayaron que su testimonio, aunque disperso, es característico de alguien que dice la verdad y que ha demostrado ser «poco sugestionable».
En su relato, la menor explicó que en ambas ocasiones el acusado se sentó a los pies de la litera donde dormía con su amiga y, tras meter la mano bajo las sábanas, la introdujo entre su pijama para tocarle las partes íntimas y meter dos dedos en su vagina. «Yo me movía para que parase. Él me miraba y como yo me hacía la dormida siguió tocándome. Tenía mucho miedo y por eso ni siquiera al día siguiente dije nada porque pensaba que podía hacerme algo», contó la niña.
La madre de la víctima negó haber tenido relaciones sexuales con el acusado y declaró que nunca sospechó de la situación debido a la relación de absoluta confianza que tenía con él. Según ella, su hija consideraba al acusado como un padre. La madre se enteró de lo ocurrido cuando la niña se desmoronó y le confesó lo sucedido. «Estábamos en un bar con otra amiga y su hija, y mi niña empezó a llorar. Contó entonces que el acusado la había tocado y que no había dicho nada por miedo. Lo primero que hice fue salir del bar y llamarle por teléfono para pedirle explicaciones», relató la madre. En esa conversación, el acusado le dijo: «Que yo me acuerde, no la he tocado».
El juicio también contó con los testimonios de la esposa y la hija del acusado. Ambas apoyaron su versión, especialmente su hija, quien calificó de imposible que su progenitor hubiera agredido sexualmente a su amiga en esas dos noches, alegando que estuvo despierta en todo momento. La testigo, que hoy tiene quince años, también trató de desvirtuar la credibilidad de su amiga al decir que «siempre quería salirse con la suya, aunque para ello tuviera que inventarse cosas».